17,914 Visualizaciones
El presente trabajo contiene reflexiones sobre la vinculación de la evaluación y la enseñanza en el entorno educativo de la era del conocimiento. El mismo tiene como propósitos reflexionar sobre la relación entre los procesos de evaluación y enseñanza, así como, analizar desde el contexto educativo del siglo XXI la relación entre estos dos conceptos.
La evaluación y la enseñanza son procesos interdependientes, complementarios, uno sin el otro repercutiría en procesos formativos deficitarios. La enseñanza es, ese proceso mediante el cual los actores de la acción educativa trabajan en equipo en la consolidación de metas formativas.
Si no hay evaluación, no sabremos si alcanzamos la meta o a qué nivel estamos de lograrlo, ni si necesitamos reorientar la práctica para conseguirla. Este concepto está en consonancia con la concepción de la evaluación educativa como un proceso integral, de carácter cooperativo, pluralista, democrático y equitativo en procura de la optimización de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Tal como lo plantea Castillo, S., Cabrerizo, J (2010) ‘’ La evaluación es un procedimiento de asesoramiento, regulación, reorientación y ordenación de los aprendizajes, para mejorar los procesos de enseñar y de aprender.’’ (p.5)
En estos procesos, innovadores , dinámicos, inspiradores y sobre todo reflexivos, tienen vital importancia todos los integrantes de la comunidad educativa, con el protagonismo de estudiantes y profesores. En ese sentido el rol del docente y del estudiante es primordial para la próspera evaluación de la enseñanza y por ende para su repercusión exitosa en el aprendizaje. Veamos el rol del docente.
El docente de esta generación que tiene el desafío de formar en la época de fácil acceso al conocimiento, época en la que el estudiante con acercamiento al internet tiene las mismas posibilidades que él para la obtención de la información, tiene una gran responsabilidad, pues para generar los aprendizajes esperados deberá renovar y poner en ejecución buenas y pertinentes prácticas pedagógicas, acompañadas de técnicas didácticas apropiadas.
Como se comprenderá el profesor deberá conceptualizar de manera clara y precisa las competencias a promover en sus estudiantes, incentivar el trabajo colaborativo, vincular indicadores, interpretar resultados, y decidir los procedimientos a implementar.
Todo lo anterior es robustecido con las ideas de Cipagauta, M. (2023) al referir que el docente debe incluir en sus buenas prácticas la realización de evaluaciones iniciales, redacción clara de objetivos, definición de criterios de evaluación, realizar el ejercicio de realimentación constante y promover el cumplimiento de acuerdos entre estudiantes y profesores.
Esas buenas prácticas docentes, habrán de repercutir en los estudiantes para la constante autorreflexión de su aprendizaje, de manera que, se haga el principal responsable de su formación, con lo que, podrá emprender acciones de reconstrucción y reorientación de saberes para adaptarlos a sus requerimientos.
Todo esto debe estar en sintonía con el uso de técnicas pedagógicas o tipos de estrategias que el docente selecciona y pone en ejecución para promover la elaboración de saberes; para lo que existe una gran diversidad de las mismas, tanto para promover el aprendizaje individualizado, cooperativo y autónomo.
Herrán, A. (2011.) refiere muchas de ellas como: los proyectos de aula, grupos de discusión , coloquios, seminarios, resolución de problemas y glosarios cooperativos. De igual manera Cipagauta, M. (2023) refiere el aprendizaje basado en retos y el aprendizaje basado en juego.
Otras técnicas didácticas muy rentables son el aprendizaje a través de mapas conceptuales, bitácoras, mesas redondas y el portafolio que promueve el aprendizaje autónomo. Todas estas técnicas didácticas utilizadas de manera apropiadas contribuyen con el rol del docente del siglo XXl, pues repercutirán en el desarrollo de competencias entre los estudiantes, para lo cual él deberá ejercer su rol de autorreflexión de su proceso formador, revisar periódicamente el producto o resultado de su formación, adaptar su aprendizaje a sus intereses y necesidades de manera que le resulte pertinente.
En todo lo planteado la evaluación cumple la función de complemento esencial en la mejora del proceso de enseñanza. La principal función de la evaluación educativa, es la mejora de la calidad del proceso formativo, tal como lo sostiene ( Moreno, T.2016) ‘’la evaluación debe ser parte integrante del proceso educativo.’’(p.56) Una evaluación de carácter participativa e integradora, que cree las condiciones para la reflexión, en favor de la construcción del aprendizaje pertinente.
La sociedad del conocimiento amerita de evaluaciones contantes por parte del estudiante y profesores acerca de qué, de la gran variedad de saberes de que disponen, deben usar en tal o cual contexto. Esa es la función evaluadora, aprender a discernir para el uso adecuado de la información.
Recapitulando lo planteado, en este breve ensayo se ha reiterado la vinculación de la enseñanza y la evaluación educativa como procesos sistemáticos e interdependiente que, a través de buenas prácticas pedagógicas, son los responsables de garantizar un aprendizaje pertinente, acorde a la generación del siglo XXl.
Procesos protagonizados por estudiantes y profesores como actores principales de la fase formadora. Se hace énfasis en la evaluación para la mejora y en la necesidad de enseñar a gestionar el conocimiento adecuado, es decir, ser competente en el uso, que es donde realmente autoevaluaremos nuestro aprendizaje.
La autora es postulante a doctora en educación por la universidad Benito Juárez y docente universitaria del grado y postgrado.